El hipopótamo es, junto con los elefantes y los rinocerontes, uno de
los gigantes de África. La forma del cuerpo, de color gris con tonalidades
rosadas, permite a este animal de vida anfibia moverse con facilidad por el
medio acuático. Las orejas, los ojos y la nariz, que puede cerrar y abrir a
voluntad, están situados en la parte superior de la cabeza de forma que, solo
emergiendo un poco, puede vigilar su entorno mientras el resto del cuerpo se
mantiene sumergido. Tiene la piel lisa, grasienta, desprovista de pelos y con una
epidermis muy delgada.
El hipopótamo no puede resistir mucho tiempo inmerso en el agua sin
respirar (5/6 minutos como máximo). Por ello, cuando se le molesta, puede subir
a la superficie sin ser visto, dejando que solo sobresalga la nariz para
respirar, los ojos y las orejas. También puede sumergirse silenciosamente y
subir a la superficie en un punto distinto del río.
De costumbres gregarias y sedentarias, suele pasar la mayor parte del
día descansando en el agua para protegerse de la elevada temperatura ambiental
que puede secar rápidamente su delicada piel. Generalmente se encuentra dentro
de ríos, lagos y balsas de fango en grupos de hembras y jóvenes, más o menos
compactos, con los machos –que son muy agresivos y por lo tanto de
comportamiento más individual– situados a su alrededor. Las peleas,
extremadamente violentas, forman parte de la vida cotidiana de este animal, y
es normal que los machos presenten cicatrices espectaculares producidas por los
enormes colmillos de los contrincantes, que pueden llegar hasta los 50 cm de
longitud.
Cuando al atardecer baja la temperatura, salen del agua por rutas
prefijadas y se dirigen hacia los territorios de alimentación, donde ingieren
grandes cantidades de hierba y otros productos vegetales. También se alimentan
de plantas acuáticas que arrancan del fondo del río y que van comiendo
tranquilamente en la superficie del agua. En las proximidades de los poblados
pueden irrumpir en los sembrados para alimentarse, y son capaces de destruir
una plantación entera durante una sola noche. Por este motivo, en muchas zonas
de su área de distribución es perseguido por la población local, que los
considera una grave amenaza para sus cultivos.
Al inicio de la época seca empieza el periodo de celo, y unos 8 meses
después de la cópula, durante la época de lluvias, nace la única cría, que al
nacer pesa más de 40 kg. Generalmente el parto tiene lugar en el agua para que
la madre no aplaste al pequeño bajo su gran peso. A los siete años el macho ya
es apto para la reproducción, aunque continúa su desarrollo corporal durante
mucho más tiempo y no suele conquistar su propio territorio hasta los 20 años.
Normalmente viven hasta los 30 años, aunque hay ejemplares que llegan a vivir
más de 40.
En los últimos años, sus poblaciones han sufrido un fuerte descenso a
causa de la persecución a la cual están sometidos para conseguir sus colmillos,
aunque en la actualidad el comercio de marfil de elefante está mucho más
perseguido y regulado internacionalmente.
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