El flamenco de Cuba ocupa las costas, marismas y lagos salobres de
las islas Bahamas, Cuba, Santo Domingo y Galápagos, así como del Yucatán,
América Central y el norte de América del Sur. Se diferencia del flamenco común
y del de Chile, especies muy similares y que se pueden confundir con el
flamenco de Cuba, por el color rojo intenso de su plumaje.
Los flamencos son unos animales filtradores que se alimentan de
pequeños crustáceos y otros invertebrados microscópicos que viven agua. La
forma de su pico está adaptada para este tipo de alimentación: se llenan el
pico de agua y luego la expulsan con la lengua, quedando la comida retenido en
las pequeñas láminas dentadas que poseen en la mandíbula superior.
Los flamencos de Cuba nidifican en colonias numerosas que hacen a los
bordes del agua o incluso dentro de esta si no tiene demasiado profundidad.
Esto es posible porque los nidos son unas pequeñas construcciones de barro de
hasta 50 cm de altura con una ligera depresión en la parte superior, donde se
deposita el huevo, que se mantienen levantadas sobre el nivel del agua. Después
de 28-30 días de incubación nace la única cría, que dejará el nido enseguida se
reune con los demás pollos, vigilados por unos pocos adultos de la colonia.
El principal problema al que se enfrenta el flamenco de Cuba es la
creciente destrucción de su hábitat. Es una especie protegida por el Convenio
de Washington en su Apéndice II.
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