Este chimpancé, bautizado en honor a Noam Chomsky, fue la máxima
estrella de un experimento sobre lenguaje animal desarrollado en la década de
los '70.
Existía, por entonces, un acalorado debate sobre la naturaleza del
lenguaje: ¿era éste un atributo exclusivamente humano o podía ser desarrollado
por otros animales? Un joven profesor de la Universidad de Columbia llamado
Herbert Terrace estaba convencido de que los chimpancés podían aprender
lenguaje de signos, y decidió demostrarlo poniendo en marcha el estudio de
lingüística animal más ambicioso hasta la fecha: el Proyecto Nim.
Nim fue criado en una casa unifamiliar casi desde un nacimiento,
rodeado de niños y electrodomésticos. Incluso vestía vaqueros y camisetas. Con
los años, aprendió varios signos: abrazo, jugar, baño… lo que le reportó una
fama notable. Al fin y al cabo, ¿qué hay más atractivo para la tele que un mono
que habla?
El experimento, sin embargo, fracasó en su objetivo porque, en
palabras del propio Terrace, “el lenguaje es mucho más que la repetición de una
serie de signos”. Nim murió el 10 de marzo de 2000, lejos de los focos y los
laboratorios.
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